PRECURSORES DEL EXPRESIONISMO: GEORG HEYM Y ERNST BALCKE
Por Alberto David Ripoll
En un día invernal de 1912, dos cuerpos sin vida fueron extraídos del río Havel después de varios días de búsqueda infructuosa. Se trataba de dos jóvenes que se encontraban patinando despreocupadamente en el momento en que el hielo se desquebrajó y ambos se hundieron en las aguas heladas, se sumergieron inevitablemente arrastrados por el peso de sus patines de cuchilla y de las botas que calzaban. No es posible saber, lógicamente, en qué estaban pensando durante los minutos que precedieron a su hundimiento, pero, dado que ambos eran poetas, veinteañeros y de espíritus rebeldes, muy probablemente habrían estado intercambiando pensamientos levantiscos acerca de la futilidad de aquella vida ordenada y gris que el imperio alemán ponía delante de la juventud; reglada desde la escuela y brutalmente militarizada. Es muy posible que se hubieran hecho mutuamente más de una alusión al ambiente crispado que ya se respiraba en las cancillerías europeas y que dos años más tarde, en una escalada imparable, conduciría al estallido de la Gran Guerra, un conflicto que ambos iban a perderse, para bien o para mal.
Pero todo es elucubración, porque la vida de aquellos dos
genios embrionarios cuya plenitud nunca sería alcanzada, se malogró en cuestión
de minutos. El Havel es frío, como todo Berlín, como todo el Brandemburgo lo es
en invierno. Todo se hiela y se paraliza y enmudece; la poesía alemana lo ha
expresado en innumerables momentos.
Georg Heym –silesiano de nacimiento- y Ernst Balcke –berlinés-
eran amigos íntimos, procedentes ambos de un entorno de clase alta hacia el que
no sentían gran simpatía. Habían compartido muchos momentos de su corta vida,
así como amigos comunes. Habían emprendido juntos multitud de viajes y se
habían unido por el vínculo de la poesía verdadera. Heym, específicamente, es
uno de los principales precursores del expresionismo alemán en poesía, que
alcanzaría su cumbre absoluta con poetas que llegarían posteriormente,
especialmente tras el estallido de la Gran Guerra. Balcke, con una obra mucho
más reducida, es el menos recordado de los dos; pero esto no dice prácticamente
nada, ya que ninguno de ellos se encuentra, desde luego, entre las lecturas
predilectas de nuestros días, ni siquiera entre los minoritarios amantes de la
poesía.
Poco importa ya sus vidas, que se terminaron de una
manera tan absurda y anodina, en un puro accidente. Si se lee su obra, se
pensaría que los dos, por separado, estaban destinados a enfrentarse con el
demonio, ya como veinteañeros. De las conversaciones que mantuvieron
prácticamente nada se sabe, sobre todo porque tampoco se conserva absolutamente
ninguna de las cartas que, con certeza, se sabe que se escribieron.
Solo dos libros de poemas aparecieron en vida de Georg
Heym: Der Gott der Stadt (El dios de
la ciudad, 1910) y Der ewige Tag (El
día eterno, 1911). De hecho, su obra más perfecta es ya póstuma: Umbra Vitae, 1912. Ésta última se
reeditaría en 1924 ilustrado con xilografías del artista expresionista Ernst
Ludwig Kirchner. En este libro está incluido el poema Mit den fahrenden Schiffen… (Con los barcos que pasan…), incluido
en la selección Tres poetas expresionistas
alemanes de la editorial Hiperión, con traducción de Jenaro Talens; para mí
el mejor de todos los que escribió, pleno de símbolos y arquetipos
expresionistas: los muertos, los reinos alejados de nuestro mundo, los animales
siniestros (cuervos, cornejas), el luto, los recuerdos que “esparcen ceniza”…
La suerte de Ernst Balcke como poeta fue peor. En vida
solo aparecieron unos cuantos poemas suyos, ninguno en forma de libro. Solo fue
conocido en los círculos íntimos de amistades. Probablemente, hoy ni siquiera
sería recordado de no ser por su amistad tan íntima con Heym (fue una de las
dos únicas personas a quienes éste dedicó un poema, siendo la otra el también
poeta, y demente, Jakob van Hoddis). Poemas dispersos como Der Sturm (La tempestad) o Sommertage
noch im Herbst (Días veraniegos cuando ya es otoño), ambos paradigmas
expresionistas, es lo que nos queda de él.
Es difícil traer a estos dos poetas al siglo XXI.
Nuestros conflictos no son los mismos. Ni nuestra educación, ni nuestros
anhelos, ni nuestros miedos. Europa ya no está regida por los voraces imperios
que se amenazaban unos a otros o se entrelazaban en alianzas muchas veces
antinaturales que se rompían al poco tiempo de formarse. Entonces, la esperanza
de vida era mucho más reducida; el miedo a las enfermedades, a la tuberculosis
y a la sífilis era una constante en el desarrollo de la adolescencia y la
juventud; por no hablar de la formación escolar a golpe de vara. Debemos viajar
mucho –hacia el ayer, quiero decir- para disfrutar de verdad de esta poesía,
como debemos hacerlo igualmente si queremos entender el cine expresionista
alemán y vivir sus historias.
Los dos poetas, exiliados prácticamente en vida, reviven como
fantasmas en nuestros días; caminan sobre el hielo, se han convertido en
sombras de los atardeceres fríos de Berlín. Al declamar sus poemas, se tiene la
sensación de estar ejecutando un rito, una invocación. Ellos retornan. Sie kehren wieder… immer wieder…
Geror
Heym: Mit den fahrenden Schiffen...
Con los barcos que navegan…
Mit den
fahrenden Schiffen Con los
barcos que navegan
Sind wir vorübergeschweift, nosotros
hemos pasado,
Die wir ewig herunter
descendiendo eternamente
Durch glänzende Winter gestreift. a través del
invierno que resplandece.
Ferner kamen wir immer Cada vez más nos hemos alejado
Und tanzten im insligen Meer, y bailado en el mar de
las islas,
Weit ging die Flut uns vorbei, la
marea de nosotros se alejó
Und Himmel war schallend und leer. mientras el cielo vacío
atronaba.
Sage die
Stadt, Nombra la ciudad
Wo ich nicht saß im Tor, ante
cuya puerta yo nunca me hallé,
Ging dein Fuß da hindurch, ¿la
atravesaste tú,
Der die Locke ich schor? cuyo rizado cabello
yo corté?
Unter dem sterbenden Abend En la tarde
moribunda
Das suchende Licht
sostuve la luz interrogante,
Hielt ich, wer kam da hinab, ¡ah, rostro por
siempre extranjero
Ach, ewig in fremdes Gesicht. que a aquel reino
descendió!
Bei den
Toten ich rief,
Invoqué a los muertos,
Im abgeschiedenen Ort,
en su mundo de todos alejado,
Wo die Begrabenen wohnen; donde los
difuntos habitan,
Du, ach, warest nicht dort. ¡ah,
allí tú no estabas!
Und ich ging über Feld,
El campo crucé
Und die wehenden Bäume zu Haupt bajo árboles
sacudidos por el viento,
Standen im frierenden Himmel en el cielo helador invernal
Und waren im Winter entlaubt. que las hojas
arrancaba. .
Raben
und Krähen
Cuervos y cornejas
Habe ich ausgesandt,
mensajeros míos partieron,
Und sie stoben im Grauen
alborotando la grisura
Über das ziehende Land. a
lo largo y ancho de la tierra.
Aber sie fielen wie Steine Mas
cual estrellas al anochecer
Zur Nacht mit traurigem Laut cayeron con
trágico resonar
Und hielten im eisernen Schnabel sosteniendo en su acerado
pico
Die Kränze von Stroh und Kraut. las coronas de paja y maleza.
Manchmal ist deine Stimme, A veces
tu voz
Die im Winde verstreicht, en el viento percibo
acariciadora,
Deine Hand, die im Traume tus
manos que delicadamente
Rühret die Schläfe mir leicht;
mi sien rozan.
Alles war schon vorzeiten. Todo
ocurrió hace ya tanto tiempo,
Und kehret wieder sich um. mas
cíclicamente retorna,
Gehet in Trauer gehüllet, caminando
envuelto en tristeza
streuet Asche herum. en derredor ceniza esparce.
(Traducción
de Alberto David Ripoll)
Ernst Balcke: Der Sturm La tempestad
Die
Fahnen schlagen in den Abendhimmel Las banderas golpean el cielo
vespertino
und wühlen auf den Todeskampf der Farben, y se revuelven en la lucha mortal
de los colores,
der Sturm zerreisst die kaum gebundene Garbe la tempestad desgarra la apenas trenzada gavilla,
zerstampf sie mit dem Huf der Wolkenschimmel triturándola con cascos de blancos
caballos nubosos,
Er wühlt
den Duft aus brennenden Lupinen,
Ella agita la esencia de lupinos ardientes,
spring jubelnd über eines Toten Bahre, saltando jubilosa sobre
el féretro de un muerto,
der Qualm und Rauch aus Schloten und Kaminen mientras el humo de las chimeneas
umfliegen ihn toll wie Mänadenhaare. cual cabello de ménade revolotea en
derredor.
Er peitsch die Menschen ein in Haus und Türen Con látigo castiga a los hombres en
cada puerta
und tobt als Herr in den geleerten Gassen, e impone furiosa su señorío
en desiertas callejuelas,
zerschlägt die Feuer, die die wenigen blassen extingue el fuego que unas pocas
hojas pálidas
suchen sich zu schüren. avivar
intentan, abandonadas.
(Traducción de Alberto David Ripoll)